Las playas secretas de Bali


Por lo general, la mayor parte del turismo que viaja a la hermosa isla de Bali (perteneciente a Indonesia) lo hace buscando playas espectaculares y paradisíacas. Algo lógico: esta isla es lo más parecido al Edén que podamos imaginar, con sus aguas transparentes y arenas doradas. Pero una vez vistas y visitadas las playas más turísticas, se impone profundizar un poco más para localizar arenales tan hermosos que quitan la respiración, y que permanecen en un estado semiescondido…

En este post voy a proponeros que, si viajáis a Bali, os salgáis un poco de los caminos trillados y pongáis rumbo a tres paraísos que no olvidaréis. A continuación sabréis por qué…

Playa de Balangan


La playa de Balangan es desde hace años lugar de peregrinación para amantes del sur, tras la llegada del turismo masivo a la isla y el abarrotamiento de la playa de Dreamland. En este lugar, tan magnífico como veis en las fotografías, también hay recursos para el viajero: chiringuitos, tumbonas para alquilar… Eso sí, en mucha menor medida que en otras playas de la costa de Bali. Las olas que rompen de vez en cuando en Balangan hacen de ella un lugar perfecto para hacer surf. Para llegar hay que ir desde Kuta hasta el Bypass Ngurah Rai, pasar Nusa Dua y girar al Uluwatu transcurridos 10 minutos. Estad atentos para no perderos el poste indicador.

Playa de Geger


Es sin duda un lugar insuperable para nadar y disfrutar del buceo a pulmón. Sus tranquilas aguas de color turquesa profundo hacen que así sea. La playa de Geger se encuentra a tan solo cinco minutos en coche del Campor de Golf Nusa Dua, al ladito del St. Regis Nusa Dua Resort. En realidad no es una, sino varias playas de arena tostada, muy poco concurridas y con espacio para disfrutar de deportes de verano.

Playa de Bias Tunggal


En Bali se la conoce como Pantai Kecil (playa pequeña), y es una de las menos conocidas de la isla. De hecho, suele estar prácticamente desierta. Hay una razón para ello: aunque se encuentra cerca de Padang Bai, para llegar a ella es necesario caminar por un sendero rocoso de unos 500 metros, que parte de la terminal del ferry. Merece la pena el esfuerzo: las vistas de la playa son espectaculares, con su arena dorada e hileras de cocoteros.

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