Ibiza es un explosivo contraste de la fiesta non-stop las 24 horas del día con unas magníficas playas que parecen extraídas de nuestros mejores sueños, y es que a pesar de que muchos turistas llegan a esta isla Balear en busca de grandes discotecas y bares musicales muchos otros lo hacen con el fin de descubrir cada uno de sus rincones naturales.
Ya te hemos hablado de algunas de sus playas más populares y concurridas y te hemos descubierto también algunas de sus calitas más pacíficas y aisladas, y hoy nos gustaría acercaros a una de las playas con más encanto a nuestro parecer: Cala Salada.
Cala Salada posee una diminuta extensión de tan solo 100 metros de longitud y se encuentra rodeada por un entorno natural de pinos y colinas rocosas que se adentran con gracia en el mar. Todo esto sumado a la comodidad de su suave arena dorada y sus hermosas aguas color turquesa convierten a esta pequeñísima bahía en el sueño de todo aquel que llega a la isla en busca de la necesitada desconexión del bullicio de la gran ciudad.
Dada su extensión la playa no acostumbra a estar muy concurrida, lo que la hace todavía más encantadora. No obstante, y a pesar de que sin duda no es uno de los centros del turismo de Ibiza, podrás tomar un refresco o degustar platos mediterráneos en el popular restaurante que se encuentra a pocos metros de la playa.
Si eres de los que no aguanta todo el día tostándose al sol aprovecha para disfrutar de una jornada de snorkel, para visitar la popular cueva de Ses Fontanalles o para pasear por los acantilados y conocer alguna de las preciosas calitas colindantes.
Cala Salada se encuentra en Sant Antoni de Portmany y es accesible tanto por tierra (el coche no te lleva a pie de playa, donde deberás llegar caminando) como por mar para los afortunados que disfrutan de sus barquitos o lanchas privadas.