Hace unos años, un amigo se fue de viaje a Cuba y pasó allí unas cuantas semanas recorriendo el país. A su vuelta, cuando me hablaba sobre su viaje me contó que hubo un lugar que le gustó muy especialmente y en el que incluso se hubiese quedado para siempre. Su nombre no puede ser más atractivo: se trata de la Isla de la Juventud.
Considerada uno de los enclaves más pintorescos y bellos del Caribe, esta isla ha tenido muchos otros nombres. Isla del Tesoro, Isla de los Desterrados… Además de por haber sido refugio de piratas y por su patrimonio cultural, esta isla es también famosa por lo que a nosotros más nos gusta: sus playas, que forman parte de una costa que se extiende a lo largo de 229 kilómetros.
Playas y caletas
Esta hermosa isla está situada al norte del Mar Caribe, y limita con el Golfo de Batabanó y con la provincia de Matanzas. En ella hay playas de todo tipo: desde las típicas paradisíacas con arena blanca y aguas de color azul claro, hasta otras con fondo de piedras y enclaves perfectos para bucear. Hay playas en todas sus costas, y son tantas que en estas líneas no tenemos sitio suficiente para citarlas todas. Por daros algunos nombres, os propongo que visitéis la Playa del Estudiante, las playas de Nueva Gerona, la Playa Paraíso, la Playa Roja o Siguanea… Además, las caletas son también zonas perfectas para nadar y bucear, destacando la Caleta del Inglés, Caleta Grande y la Caleta de Lugo, donde hace siglos hubo un mercado de esclavos.
Refugio de piratas
La zona sur de la isla es la más agreste y salvaje, con magníficos bosques tropicales y playas de arena. En sus 30 kilómetros de costa encontramos de nuevo zonas de arena blanca y caletas recónditas, junto con acantilados y manglares. Esta costa es conocida como Costa de los Piratas, que abundaban durante los siglos XVII y XVIII. Atención si viajáis a este lugar, porque es necesario un permiso del Ministerio del Interior (lo podéis conseguir en Nueva Gerona) para adentrarse en la zona.