Monte Carlo, y por extensión la Costa Azul francesa, son paradigmas de lujo junto al mar, sol, glamour y martinis fríos en la costa Mediterránea. La playa más conocida e importante de la capital del diminuto Principado de Mónaco se llama Plage Larvotto (playa de Larvotto), y es famosa por su exclusivo turismo, sus arenas doradas y sus azules y cálidas aguas.
Como podéis ver en las fotos, la playa de Larvotto es la clásica playa mediterránea en forma de media luna, de aguas muy tranquilas y rodeada de los hoteles más lujosos que podamos imaginarnos. Pero las cosas no siempre fueron así…
Un criadero de mosquitos
Aunque a día de hoy esta playa destila belleza y encanto, antiguamente los habitantes de la ciudad literalmente huían de este lugar. La cuestión es que allá por el siglo XVII se trataba de una zona altamente insalubre, en la que los mosquitos criaban por doquier y transmitían toda clase de enfermedades. Lo cierto es que por aquel entonces Mónaco no era el lujosísimo lugar que es hoy día, y muy pocas personas vivían en el lugar; pero quienes allí residían decidieron trasladarse a otra zona conocida como Moulins (Molinos).
La iniciativa de Rainiero
No fue hasta los tiempos de Rainiero III (es decir, el siglo XX) cuando se decidió devolver su antiguo esplendor a la Playa de Larvotto. Hasta que este monarca tomó las riendas de la iniciativa, la playa de Mouettes era la preferida de los monegascos. Pero tras la intervención del famoso y ya fallecido príncipe, la playa de Larvotto fue ganando en popularidad hasta ser hoy día una de las más célebres de Europa, que recibe cada año miles de turistas entre los que se encuentran algunas de las personalidades más famosas del celuloide, la aristocracia o la política. Viendo el lujo de los hoteles y las mansiones que la rodean, resulta difícil imaginar aquellos oscuros tiempos…