Si alguna vez viajáis a Marrakech, esa maravillosa ciudad tan próxima a nuestro país y al mismo tiempo con una cultura tan radicalmente diferente, no dejéis de reservaros una jornada por lo menos para acercaros a la vecina localidad de Essaouira o Esauira. Os digo esto especialmente a los que os gustan las playas, porque allí vais a encontrar un auténtico paraíso con una de las playas más extensas, espectaculares y relajantes del norte de África.
Essaouira, además, no solo presume de la fantástica playa que podéis ver en las fotos sino que la pequeña ciudad en sí es una auténtica joyita. Lejos del bullicio y el turismo de Marrakech o fez, esta villa amurallada respira tranquilidad y autenticidad por los cuatro costados.
La antigua Mogador
Antiguamente, Essaouira fue colonia portuguesa y se la conocía por el histórico nombre de Mogador. Se encuentra en la costa occidental del Atlántico y tiene alrededor de 700000 habitantes. La playa, enorme y de fina arena dorada, se extiende a lo largo del paseo marítimo durante kilómetros y kilómetros: ver a los camellos caminar por ella al atardecer, e incluso disfrutar de un paseo a lomos de uno de estos nobles animales, es algo inolvidable. La playa está fuera de las murallas y junto a ella se encuentran los hoteles y resorts, eso sí: no demasiado grandes ni ostentosos, conservando un carácter muy especial.
Artesanía y pescado fresco
Cuando hayamos disfrutado debidamente de la playa y de un buen baño en las limpias aguas atlánticas, no hay que dejar de visitar la medina amurallada de la ciudad. Catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un intrincado laberinto de callejuelas llenas de color y de hospitalidad. La artesanía de la madera y la joyería se practican en sus tiendas e incluso en medio de la calle, dotando a la ciudad de un encanto muy especial. Tampoco hay que perderse el mercado y el puerto, donde por unos pocos dírhams podréis disfrutar de pescado a la brasa recién traído. Essaouira tiene bien ganado su sobrenombre: la Perla del Atlántico.