Después de comprobar la belleza de las playas vírgenes de Doñana, queremos seguir visitando las costas de nuestro país, que tienen mucho que ofrecernos y poco que envidiar a las de paradisiacos lugares como Tailandia o Punta Cana.
En esta ocasión vamos a trasladarnos a Alicante, concretamente a la Isla de Tabarca, una parada indispensable si visitas la Costa Blanca. Se trata de una isla diminuta que lleva poblada cientos de años. Es un refugio solo alcanzable en barco donde podrás pasear por bellas calles, tomar algo en cualquiera de sus muchos chiringuitos y bañarte en unas playas que no están del todo masificadas.
Sus costas fueron refugio de piratas berberiscos hasta que en el siglo XVIII Carlos III ordenó fortificarla y levantar en ella un pueblo en el que alojar a varias familias de pescadores de Génova que había liberado de su cautividad en la ciudad tunecina de «Tabarka» (Tabarqah). De ahí que se diera a la isla el nombre de «Nueva Tabarca».
En realidad, más que de una isla se trata de un pequeño archipiélago, compuesto, aparte de Tabarca, por los islotes La Cantera, La galera y la Nao. Sus aguas han sido declaradas Reserva Natural del Mediterráneo por su excelente calidad y por la biodiversidad de su flora y fauna (lubinas, meros, congrios, doradas), lo que hará las delicias de los amantes del buceo.
La costa de Isla de Tabarca es recortada, formada por pequeños acantilados de escasos metros de altura, con playas de cantos rodados y una única playa de arena con aguas transparentes. El carácter subtropical de sus aguas te invita constantemente al baño y te ofrece un panorama de abundantes bancos de peces, estrellas de mar y una gran diversidad de algas con una increíble gama de colores.
Isla de Tabarca está comunicada por líneas regulares de catamarán con Alicante y Santa Pola, Guardamar del Segura y Torrevieja. ¿Te animarás a visitarla en tus próximas vacaciones?
